De reconocida trayectoria jurídica y académica, el doctor Casañas Levi dice que apunta a hacer política desde una banca en Diputados, cámara a la que ve sin liderazgo.
Susana Oviedo
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El ex fiscal, ex director jurídico del Congreso Nacional y miembro de la Comisión Nacional de Reforma del Código Penal es candidato a diputado por el Partido Democrático Progresista (PDP). Dice que es liberal, de reciente afiliación, pero no se postuló por el Partido Liberal Radical Auténtico, porque dice que este ha perdido la esencia y además, porque le pidieron 80.000 dólares para integrar una de las listas internas. Aquí comparte sus puntos de vista sobre varios temas.
–¿Qué le motiva postularse para legislador, teniendo una destacada carrera en el ámbito jurídico?
–Bueno, es una cuestión de conciencia ciudadana. Tengo que intentar servir a mi país en el lugar que pueda ser útil. Me tocaron momentos muy difíciles cuando fui fiscal de Delitos Económicos, y hace poco, como director jurídico del Senado. Hace mucho tiempo veo un Paraguay que realmente está ante una amenaza muy seria de autoritarismo, y creo que, aún ante esto, el lugar que más pasó inadvertido en toda la reciente crisis fue la Cámara de Diputados. Eso a mí me llamó la atención. En el Senado sí hubo mucha confrontación, discusiones, pero la Cámara de Diputados, que forma parte del Congreso, pasó inadvertida, lo cual es preocupante porque en el equilibrio de poderes tiene que haber un control recíproco y Diputados tiene un problema en ese punto.
–¿Cuál es ese problema?
–Hace tiempo venimos conversando sobre ese tema con la gente del PDP y también con algunos referentes del Partido Liberal. Yo soy afiliado al Partido Liberal hace poco tiempo y llegamos a la conclusión de que en las dos Cámaras necesitamos alguna voz. Pero es en Diputados donde se necesita liderazgo. La Cámara pasa desapercibida.
–¿Por qué se candidata por otro partido, y no por el suyo, el PLRA?
–Porque creo que el Partido Liberal ha perdido su esencia. Salvo sectores, dejó de ser un partido opositor, que es su función a partir de las últimas elecciones, cuando el pueblo le transmitió el mensaje de "ustedes serán oposición". Es el rol que le correspondía; sin embargo, hoy no se entiende qué rol cumple. Cuando uno ve la gestión en el Congreso, no se entiende si es opositor u oficialista. El partido como tal no tiene un rol opositor. Por otro lado, existe una corrupción muy grande en la conformación de las listas. En determinado momento, algunas personas del partido me sugirieron candidatarme en una lista interna, y yo respondí que podíamos hacerlo. Pero cuando pregunté sobre qué base, me respondieron que sobre la base de que ponga 80.000 dólares para ocupar un lugar. No solamente no tengo ese dinero, sino que no creo que ese sea el camino para construir algo. Si arranco comprando un lugar en una lista, ¿cómo voy a salir después de ese círculo vicioso?
–¿En qué se basa para afirmar que existe la amenaza de un autoritarismo?
–En que hay una clara línea política marcada por el oficialismo de monopolizar el poder, lo cual, como aspiración es normal. Pero cuando se traduce en cuestiones institucionales, ya se convierte en algo peligroso. Doy algunos ejemplos: La emisión de bonos soberanos. Al respecto, el Legislativo le advirtió al Ejecutivo que este asunto debía pasar por el Congreso. El Ejecutivo desoye y recurre a la Corte que le da el okey para avanzar. Otro: La licitación (APP del aeropuerto) en el caso del Ministerio de Obras Públicas. Contraloría le señala una cosa, y el Ejecutivo recurre a la Corte y allí consigue la solución que quiere. También cuando copan el Consejo de la Magistratura con actuaciones totalmente irregulares, y cambian dos miembros. Son prácticas que marcan una línea política. Nosotros somos un Estado social de derecho, mientras esté vigente la Constitución, no podemos concentrar el poder en ningún lado. Además, hay un desprecio hacia todo lo que es institucional.
–¿Puede explicar eso?
–Eso se ve por ejemplo en los actos de la Policía. Uno ve que condecoran a personas que no tienen nada que ver con la actividad policial, a pesar de que hay policías que se juegan la vida todos los días. Acaba de ocurrir algo parecido con el jefe del Gabinete Civil (por López Moreira) frente a militares que están en el conflicto más difícil que tiene la República hace muchos años (lucha contra el EPP). Le mandan a alguien que no tiene nada que ver con eso para que hable con los comandantes de la Fuerza de Tarea Conjunta. Todas estas actuaciones son señales de desprecio a la institucionalidad. Recientemente, la ex ministra de Justicia Carla Bacigalupo contó en un programa que ellos no tenían reunión de ministros; que si querían promover un proyecto de ley, se iban a la Fundación Ñande Paraguay. Estas son prácticas muy graves para el sistema.
–¿Los calificaría de retroceso?
–Absolutamente. Son retrocesos. Con lo que costó armar una imagen más o menos institucional del país... El Ministerio Público hoy está desaparecido, como institución hoy no tiene ninguna credibilidad. La gente no cree que la Fiscalía tenga la capacidad, por ejemplo, de investigar los indicios de corrupción que hay en el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados. Ahora se abrió una investigación, pero nadie espera ningún resultado de eso.
El fiscal general ocupa irregularmente su puesto. Está vencido su mandato. No hay ninguna norma que le permita continuar y, sin embargo, continúa. Entonces, son muchas cuestiones que están sucediendo y que a mí me hacen ver que estamos en una situación muy complicada.
–Tras su paso por el Congreso como director jurídico, ¿qué pudo observar sobre la calidad de la representación?
–El Congreso tiene un problema importante en cuanto a que la técnica legislativa no está afinada. Las comisiones asesoras se reúnen semanalmente, pero no hay calidad técnica. Ese es un inconveniente, no hay un único criterio. Un día a alguien se le ocurre presentar un proyecto de ley y lo presenta, sin hacer antes un estudio, una verificación. Hace poco un diputado del PLRA y otros presentaron un proyecto para adoptar la castración química a los violadores. Sin ninguna noción de lo que estaban planteando e ignorando que Paraguay tiene suscritos convenios internacionales.
–¿Hay en ese sentido una corresponsabilidad de los partidos políticos?
–Indudablemente que hay corresponsabilidad. Los partidos políticos tradicionales, el Liberal y el Colorado, siguen siendo los que más gente mueven y los que más bancas ocupan. Automáticamente eso debería implicar mayor responsabilidad, y no la vemos. Nosotros miramos sus listas de candidatos y no vemos gran cosa ahí, como para esperar un cambio en cuanto a calidad. Pero ahora le sumamos algo curioso y preocupante. Las alternativas que presentan son figuras atípicas para lo que se necesita en el Congreso en materia de calidad. Así vemos humoristas, animadores, modelos. El mismo presidente Cartes quiso promover a Rubén Rodríguez como candidato. En estos momentos, Paraguay necesita dar un salto de calidad en su representación popular, porque, de lo contrario, la gente no podrá aspirar a que se le beneficie desde la legislatura, porque quienes le representan no tienen idea de lo que pueden plantear, cómo hacerlo ni discutir.
–¿No es otra muestra de desprecio a las instituciones la poca relevancia que se da a la moral y otras cualidades de las personas a la hora de integrar las listas?
–Es que en el fondo es un monstruo que se retroalimenta, en el sentido de que la gente dice que la Cámara de Diputados no tiene ningún prestigio, entonces los partidos que manejan grandes masas, aprovechan eso. Total, si a la gente no le interesa, qué problema es poner a cualquiera en las listas. Además, manejan la miseria de la gente, sus necesidades, el clientelismo. No es posible que se siga contratando personas que no saben qué hacer en las Cámaras del Congreso.