El presidente Mario Abdo ni siquiera bajó línea a pesar de su “caiga quien caiga”. El titular del Congreso ni disimuló el coqueteo con el llanismo, y abiertamente anunció y votó por el rechazo.
El bloque Colorado Añetete operó abiertamente en defensa del llanista Dionisio Amarilla, con la intención de que no corra su pérdida de investidura, que al final se concretó.
El presidente de la República Mario Abdo Benítez ni siquiera bajó línea y liberó los votos a sus senadores, dejando de lado su polémica frase de que “caiga quien caiga”.
Desde que se inició la sesión extraordinaria el jueves pasado, reunión que se prolongó por más de 7 horas, los llanistas con sus aliados abdistas comenzaron a generar confusión sobre las mayorías.
Alegaban que no había un reglamento para la pérdida de investidura por lo que Amarilla tuvo micrófono abierto todo el tiempo que se le antojó.
Tanto el titular del Congreso, Silvio Ovelar, como el líder de bancada de Añetete, Enrique Bacchetta, insistieron varias veces en votar por el aplazamiento del tratamiento de la pérdida de investidura del ahora ex parlamentario.
Es más, abiertamente Ovelar no tuvo empacho para anunciar que votaría en contra de la expulsión de su colega, e incluso confesó que había operado también en su momento para salvar al liberal Enrique Buzarquis.
Esta revelación provocó el reclamo del cartista Enrique Riera, quien mandó al frente al titular de la Cámara Alta, diciendo que le había prometido que apoyaría la expulsión de Salyn.
Pero justamente la intervención de Amarilla hizo que sus aliados fueran quedando en evidencia.
Es que en el momento de su despedida, no solo agradeció a Marito que no haya tomado línea, también a Ovelar.
Incluso mencionó a Óscar Cachito Salomón, diciendo que el mismo se preocupó por su situación, y que le llamó “400 veces” para preguntarle si estaba haciendo algo para evitar la pérdida de investidura.
Tras este hecho, Salomón se vio embretado y al final votó a favor de la expulsión. Bacche-tta hizo lo mismo.
El que se mantuvo por el rechazo fue Silvio Ovelar.
Juan Carlos Galaverna, quien suele ser clave en sus intervenciones, se ausentó por motivos de salud, y solamente hizo defensa de Amarilla a través de algunas radios.
El cartismo, que siempre fue el eterno aliado del llanismo, esta vez lo abandonó.
Tomadura de pelo. Desirée Masi, del PDP (Partido Democrático Progresista), fue la que llamó la atención por la maniobra a sus colegas.
Los acusó de intentar confundir el tratamiento de la pérdida de investidura de Amarilla con un juicio ordinario.
“Somos el Senado de la República, no un grupo de viejos chismosos. Qué me importa lo que haya hecho el periodista. Estamos juzgando la conducta de un parlamentario”, increpó.
Es que los ataques de Amarilla se centraban en el periodista Juan Carlos Lezcano, quien lo filmó haciendo uso indebido de influencias.
Además, Masi remarcó que el propio liberal confirmó las evidencias, alegando que no era cualquier amigo Óscar Chamorro, sino el dueño de una empresa contratista del Estado.
“Si tenemos que irnos todos, nos vamos y punto”, había sentenciado.
Finalmente los senadores, ya bastante entrada la noche, pasaron al estadio de votación, y como resultado, Amarilla fue expulsado.